Cristian Iván Zaracho
Trump, el elegido
Nuevas formas de hacer política
Por qué sí, por qué no. Las nuevas generaciones políticas, lejos de los antiguos políticos. El antes y el después a partir de enero. Diferencias y similitudes de los cambios de paradigma de la geopolítica.
De un reality a la Casa blanca. La lógica, a veces, no tiene lógica. Todos los pronósticos indicaban que, si bien iba a dar pelea, quedaría relegado a un segundo lugar en manos de su competidora, Hillary Clinton. Pero Donald Trump, sacudiría al mundo económico y político con más fuerza que las armas de – el que desde enero será- su ejército o dejando réplicas más intensas que cualquier sismo que se haya sentido jamás.
Las encuestas, análisis y pronósticos, en la práctica, se equivocarían. Ambos candidatos llegaban con menos del 30 % -negativo- de intención de voto. Es decir, dos de los peores candidatos en la vida democrática de Estados Unidos. Para algunos politólogos, ninguno de ellos debería haber sido candidato.
Analizando a cada uno de ellos, por un lado, encontramos la amplia experiencia de Clinton, quien ocupa cargos desde 1983 en distintas áreas de gobierno en las que se le atribuyen más errores que aciertos. De hecho, se lo recordaron en cada momento que les fuera posible y eso es experiencia al fin. Pero Hillary sigue siendo una mujer con falta de carisma, con discursos conservadores y sin innovación; que sigue una línea, la de la vieja política, además de ser considerada una corrupta integrante de un puñado de elite por gran parte de los ciudadanos yanquis.
Por el otro, un desconocido personaje dentro del mundo político; “simpático”, para algunos. Sea como sea, una persona que representa “las nuevas formas de hacer política”. Pasando en limpio. Se cree que una de las cuestiones por las que las personas se alejan del campo político es por su tecnicismo. Porque “no entienden cuando hablan de eso”, y entonces, aparece un nuevo actor en este plano, bajando a los planos más comunes la discusión; aun siendo crudo en sus mensajes, mantuvo coherencia. Jamás se apartó de su discurso. Un empresario poderoso que amasó una fortuna, según sus propias palabras, evadiendo impuestos. Un creyente fervoroso del tan ansiado “American Way of Life –estilo de vida americano-“y un predicador de que se puede ser como él, prometiendo soluciones mágicas que van a funcionar porque él las va a hacer funcionar. Se burló de los cánones impuestos por la sociedad, por la política y por las leyes. Incluso de su propia rival, a la que muchas veces la ridiculizó o utilizó frases irónicas en cuanto a la forma de hacer política.
Los medios jugaron – una vez más- un rol preponderante en estas reñidas elecciones. Pusieron “inocentemente” la imagen del electo presidente norteamericano tratándolo de payaso y de impresentable entre otros calificativos. Quieran o no, es propaganda. Como decía Salvador Dalí “lo importante es que hablen de ti, aunque sea bien”.
Entonces ¿por qué ganó Trump? A ciencia cierta, al menos por ahora, no podría dar exactitudes. Sin embargo ¿por qué habría de perder Trump? Si el mundo se está reinventando o eso pareciera. Nacen nuevas formas de pensar, organizar, desarrollar y hacer política. Nace una nueva clase gobernante en un mundo cada vez más globalizado pero polarizado. Estados Unidos no es la excepción, de hecho, siempre es el modelo a seguir.
Otros casos a los que la vieja escuela no pudo resistir, fueron el Brexit, además del No a la Paz en Colombia. La falta de apoyo al emblemático Partido Socialista en España; el desorden y el desequilibrio de Brasil entre otras crisis políticas…o mejor, entre otras crisis de representación política.