Cristian Iván Zaracho
“Lejos de haber pagado un precio, habría que haber cobrado por el servicio prestado a la Nación”
Pormenores de una estrategia conjunta. El apoyo de las potencias de la época. Cronología de una historia que mancha nuestro pasado pero que sirve para nuestro presente y futuro. Las confesiones de los represores. Sombras que echan luz a la democracia.
Como si fuera 9 de Julio, el 24 de Marzo es feriado nacional. Al margen de las comparaciones inútiles, la fecha que precisa el derrumbe de la democracia, la caída del peronismo y la entronización de la Junta Militar, en 1976, ofrece una paradójica característica: la historia parece escrita a partir de esa fecha. Desaparecidos, violencia extrema, caos sindical, descomposición social, desabastecimiento, inflación espiralizada y hechos indiscutibles que desembocan en la llegada del “Plan Cóndor”, un plan ambicioso, que involucraría otros países de América Latina, bajo el padrinazgo de Estados Unidos, en el contexto de la “Guerra Fría”.
En un primer momento, el objetivo de la operación era recoger información sobre socialistas, comunistas y marxistas del Cono Sur, pero que pronto se señala que la misión era eliminar las actividades marxistas de los países miembros, con Chile como centro de operaciones.
En Chile, cuando aquí se iniciaba el Golpe, el General Augusto Pinochet llevaba 16 meses de gobierno, luego de haber derrocado a Salvador Allende Gossens. En Paraguay, Alfredo Stroessner Matiuda gobernaba desde 1954. Brasil estaba presidido por el General Ernesto Geisel, desde 1974. Juan María Bordaberry, era el presidente de Uruguay. El 27 de Junio del 73, disolvió el Parlamento con el respaldo de los militares, lo que representa en el diccionario político la “bordaberrización”. En Bolivia, después de 146 años de independencia de la Corona española, el General Hugo Banzer Suarez, encabezó el golpe.
Pero la confesión más importante, salió de boca de Fidel Castro, quien el 4 de Julio de 1998, reconoció oficialmente su papel de promotor de la subversión en América Latina durante las décadas del 60 y 70, momento en el que intentaron crear un “Vietnam Gigante”, appyados por el comunismo del por entonces Imperio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Resulta innecesario extenderse en un relato excesivamente minucioso de los hechos del 24 de Marzo. Integran un pasado reciente, demasiado cercano en el tiempo.
Es necesario sin embargo recordar y repudiar los dichos de Videla en una cena para cincuenta militares retirados: “lejos de haber pagado un precio, habría que haber cobrado por el servicio prestado a la Nación”. Incluso desde la cárcel, convocaba a sus colegas a levantarse en armas, en contra del actual gobierno, como si no ha sido suficiente el precio que pagaron los 30 mil desaparecidos, torturados y asesinados, arrojados al Río de la Plata vivos, aunque dopados, habiendo sido engañados mientras los llevaban al aeropuerto. Las órdenes debían ser cumplidas, y los oficiales, eran elegidos de manera rotativa, “para que ninguno pueda quedar afuera, para que a todos les toque”.
La memoria se encuentra más viva que nunca. La herida sigue abierta y está bien que así sea, para mantener los recuerdos de un tristemente célebre feriado.